Además de su origen y forma de cultivo, nuestra manipulación también influye en la calidad de las frutas y verduras. Las verduras que se cocinan durante demasiado tiempo no sólo pierden su sabor, sino también sus vitaminas. Para garantizar una buena calidad y disfrute, los ingredientes deben ser frescos y manipularse con cuidado en cada fase del proceso. Como material de última generación, la cerámica es inodora e insípida. Verduras como la cebolla e incluso el ajo no dejan olores en la superficie ni los absorben.

No es necesario lavar cada hoja de lechuga individualmente con agua corriente, ya que la gran superficie puede provocar rápidamente una pérdida de nutrientes. Basta con separar las hojas de lechuga individuales del cogollo y lavarlas a fondo como un todo en la palangana del fregadero de cerámica con abundante agua. Basta con llenar la palangana con agua fría y sumergir en ella las hojas crujientes. Para la mayoría de las ensaladas, basta con un lavado. Si la lechuga está muy sucia, este proceso debe repetirse 2-3 veces hasta que el agua salga clara. Entre medias, escurrir la lechuga en un colador o centrifugarla brevemente. Al lavarlas, las hojas deben permanecer intactas y crujientes. Nunca deje las hojas en el agua durante mucho tiempo, ya que se marchitarán y perderán sus ingredientes hidrosolubles.